Ellos no saben que están mejorando. ¡Díselo tú!
“Soy así, no puedo cambiar. Por más que me esfuerzo, suspendo cada evaluación cuatro o cinco asignaturas. No soy tan inteligente como mi hermano. Siento que no sirvo para nada, que solo os doy problemas y que os entristecéis por mi culpa. Cómo me gustaría ser de otra manera, papá, mamá, pero no puedo cambiar… De verdad que estudio, y me organizo, y hago lo que puedo, pero no es suficiente porque no soy listo, no sirvo para esto…”
A menudo nuestros hijos no son conscientes de sus avances ni de sus conquistas. No creen alcanzar nuestras expectativas y tienden a la tristeza y a la desmotivación. Se comparan en una única dimensión y no reconocen los cientos de avances que hacen cada día y que les permiten madurar. No tienen instrumentos para valorar su mejora o su cambio y acaban por fijarse solo en lo negativo sin apreciar sus múltiples avances.
Ellos no saben que están mejorando. ¡Díselo tú!
¿Cómo convertirte en “un instrumento de valoración” para tu hijo?
Debes ayudarle a que se percate de sus pequeños o grandes avances en otros campos, para que ese éxito sea un trampolín para atreverse a probar nuevos desafíos. Darse cuenta de que ha conseguido pequeños cambios le ayudará a sentirse competente y capaz de cambiar en áreas más difíciles y arriesgadas.
- Es verdad que estas notas pueden mejorarse mucho, pero mira tu evolución. El mes pasado suspendiste cuatro asignaturas. ¿Cuántas has suspendido este mes? ¿Te has fijado que además de suspender una menos has subido nota en dos asignaturas? ¿Y qué me dices de la actitud? Casi todos tus profesores dicen que has mejorado y que estás más atento en clase, sin necesidad de llamarte la atención como antes. Yo creo que esto son también buenas notas… ¿qué opinas tú? Si sigues así, ¿cómo crees que serán tus notas el mes que viene?
- ¿Recuerdas las vacaciones del año pasado? ¿Recuerdas el viaje en autobús? Yo me acuerdo de que te entristeciste mucho porque nadie quería sentarse a tu lado. Y ahora me estás explicando que en ningún momento has estado solo, ni en el autobús ni en la habitación. Uhm, ¿qué crees que significa? Yo pienso que tus esfuerzos por acercarte a tus compañeros han dado resultados y tu plan de invitarlos a casa también. ¡Han funcionado tus estrategias! Además de esa bonita sonrisa que ahora se te ve más…
- El mes pasado necesitaste ayuda del papá para arreglar tu skate y veo que ahora te atreves a intentarlo solo.
- Antes del verano te negabas en rotundo a ir solo a casa de la abuela y ahora no solo te atreves, sino que además te encanta ir sin mí…
Crea anclajes en su memoria
Hazles notar esos momentos de pequeños triunfos y conviértelos en anclajes para futuras situaciones en los que se sienta incompetente. Compara una experiencia ya vivida con la situación nueva, de modo que pueda recordar cómo la solucionó y que sensaciones sintió, adaptando las viejas estrategias a la nueva situación.
- ¿Recuerdas cuando fuiste al curso del Dale Carnegie? Tenías incluso fiebre, de lo mal que lo estabas pasando. Te sentías muuuuy asustado y no te atrevías a hablar delante de todos aquellos chicos. Pero lo hiciste. Y te aplaudieron. Te felicitaron. Incluso te lo dijeron por escrito, en aquellas pequeñas notas, ¿Te acuerdas? ¿Quieres que las leamos de nuevo? Fuiste capaz de hacer algo que te costaba mucho.¿Por qué crees que esto es diferente? ¿Esta situación no se parece a aquella? ¿En qué se parece? ¿Puedes hacer lo mismo que hiciste entonces o crees que debes cambiar algo? En aquel momento te sirvió…¿Por qué no te va a servir ahora?…
¡La primera condición para que cualquier ser humano mejore y se modifique es que se crea capaz de cambiar!
A pesar de que las notas digan lo contrario, de que los profesores ya no sepan qué hacer con él, de que esté encasillado en clase con “¡Peligro!, ¡Bomba de relojería!”, de cualquier trastorno asociado…nuestro hijo se modificará y se enriquecerá si nosotros no aceptamos esa realidad y le demostramos que, con su gran plasticidad, puede desafiar y superar sus expectativas y las de los demás.