LO QUE DEBE SABER SOBRE LAS PELEAS DE NIÑOS
En ocasiones, los niños pueden tener ciertos conflictos con los demás, y aunque de cierta forma no es algo que deseemos, tampoco es algo que se puede evitar. Las peleas de niños son un hecho que podemos encontrar mientras que nuestro hijo crece, ahora, ¿debemos meternos en las peleas de nuestros hijos? Esta es una pregunta que, por razones obvias, muchos responderán que sí; sin embargo, no siempre es beneficioso.
Por qué no debemos meternos los padres en las peleas de niños
Ahora, puede que suene un poco complicado, sí, de cierta forma al ser padre tenemos esa tendencia a querer proteger a nuestros niños, por lo que es común que siempre salgamos en su defensa, incluso cuando se trata de peleas o conflictos con otros niños. Esto, en ciertos momentos está bien, pero no siempre es beneficioso para el crecimiento de los pequeños.
Cuando somos pequeños tenemos la creencia de que nuestros padres siempre van a resolver nuestros problemas. Esta situación se da en la gran mayoría de las familias; y si bien es cierto que como padres debemos de cuidar de nuestros pequeños, no debemos sobreprotegerlos.
Desde pequeños, debemos guiarlos y enseñarlos a enfrentar sus propios problemas, ya que de grandes ellos no siempre podrán contar con nosotros. Educación, un consejo, un pequeño empujón, una leve ayuda; todas son cosas que como padres debemos hacer para criar a nuestros hijos y llevarlos por un buen camino, pero lo que no debemos hacer es resolver sus conflictos por ellos.
Los podemos proteger, sí, eso está claro; si la situación se sale de su control, deberemos intervenir para solucionarla antes de que llegue a algo grave, pero antes de eso, nada. Debemos permitir que ellos aprendan a defenderse ellos mismos sin tener que llegar a los golpes, y la etapa infantil es el momento perfecto para ello.
Problemas que surgen cuando intervenimos en las peleas de niños
Si intervenimos por ellos, si nos metemos en cada una de las peleas de niños de nuestros hijos, nunca le vamos a permitir crecer correctamente. Nuestros hijos necesitan aprender a valerse por si mismos cuando crezcan, y si siempre los estamos protegiendo ante cualquier problema, por muy pequeño que este sea, nunca va a aprender.
Hay distintos tipos de peleas de niños, no porque lleve la palabra “pelea” significa que hay golpes. De cierta forma los conflictos son una pelea, y de niños siempre habrá un conflicto, bien sea que no queramos compartir o que un niño no nos quiere hablar, o simplemente un desacuerdo común. Nuestros hijos deberán aprender a afrontar estos pequeños conflictos, y si los solucionamos por ellos nunca van a aprender.
Un niño cuyos padres siempre están solucionando sus problemas va a crecer pensando que siempre será así, y cuando esté por su cuenta, no sabrá cómo actuar. Este es un problema que se debe evitar a toda costa, por lo que es importante que no intervengamos a menos que sea absolutamente necesario.
Ahora con esto dicho, es importante que sepamos identificar exactamente en que momentos podemos intervenir en los conflictos de nuestros hijos y cuando no es necesario hacerlo.
Obviamente, hay muchos factores que intervienen en ello, pero no os preocupéis, que en EducaPeques os ayudaremos con algunos consejos para que tengáis más claro cuales son esos momentos en los que debemos y no debemos intervenir.
Califica los diferentes niveles de conflictos
Por lo general, cuando son pequeños, los niños no suelen llegar a tener conflictos muy fuertes entre sí. Es difícil que una pelea de niños se convierta en algo serio; aun así, no es que la posibilidad no exista, por lo que debemos estar atentos a ello. Dejando de lado los golpes que, salvo en ciertos casos, muy rara vez ocurren, podemos colocar cada conflicto en una escala, bien sea desde un simple berrinche entre niños hasta llegar a los gritos y los “insultos”.
La idea de calificar los diferentes niveles de conflictos nos va a ayudar a determinar que tan grave es el asunto, y actuar en base a ello.
1. Primer encuentro y apatía
Este se puede decir que es el primer punto de la escala, es difícil encontrar un conflicto más suave que este. Por lo general, cuando los niños se conocen por primera vez, no siempre logran formar una amistad o jugar juntos, en algunos casos puede darse caso de apatía o desinterés.
En este caso, cuando nuestro hijo se acerca a otro niño por primera vez y este demuestra apatía, lo mejor es dejar que nuestro hijo resuelva el conflicto por si mismo. El deberá entender que no todos son iguales, y que habrá ocasiones en las que no podrá hacer un amigo.
2. No compartir
Todo niño, en un momento u otro, puede mostrar egoísmo, es algo común, pero que deben aprender a controlar, no importa si son ellos los que no quieren compartir o si alguien no quiere compartir con ellos.
No es que esté mal, el niño en todo momento puede escoger no compartir sus cosas, por lo tanto, no deberás regañarlo por no querer compartir. Debes dejar que las cosas fluyan si el no quiere compartir, que el escoja. Eso sí, deberás prestar atención a lo que pueda suceder a continuación.
Cuando se trata de no compartir, esto puede llevar a diferentes tipos de conflictos, llegando en algunos casos graves a los golpes, aunque por lo general suele suceder más con los hermanos.
Si la situación no es muy grave, no deberías intervenir; debes dejar que el niño resuelva el conflicto por si mismo. Ahora, si ves que la situación se sale de control, interviene antes de que llegue a los golpes.
Al intervenir, evita los gritos e intervenir de forma muy directa, deberás mediar entre los niños, tratando de resolver el problema de forma “diplomática”, llegando a un acuerdo sin forzar a ninguno a ceder; ellos deberán hacerlo por su propia voluntad, solo estáis allí para mediar.
Esto es crucial cuando se trata de hermanos. Si habéis tenido hermanos o hermanas, sabéis lo molesto que puede llegar a ser que vuestro padre o madre se ponga del lado del otro; esto es así con todos. Cuando el conflicto es entre hermanos, deberás asegurarte de no defender a uno mientras regañas al otro, o la situación puede empeorar a futuro.
3. Desacuerdo
¿Qué comer? ¿Qué jugar? ¿A dónde ir? ¿Qué película ver? Estas son preguntas sencillas, pero no todos los niños tienen las mismas ideas o los mismos gustos, y si llega el momento en que ambos quieren hacer cosas completamente diferentes, es probable que surja un pequeño conflicto.
Es algo similar a lo que sucede cuando no quieren compartir, solo que el problema no siempre se resolverá rápido. Debéis dejar que ellos decidan por si mismos cómo actuar. Claro está que debéis vigilarlos, pero en lo posible evitad intervenir; mientras que el problema no sea grave no habrá casos en los que el conflicto escale.
Por supuesto, hay casos de casos, y un claro ejemplo es cuando ambos hermanos quieren ver películas diferentes y ninguno quiere ceder el televisor. El llanto y, en casos más graves, los golpes son una posibilidad. En esta situación es probable que debas intervenir.
4. Cuando buscan atención de otros niños de manera equivocada
Cuando los niños sienten que no les prestan atención, es posible que traten de buscarla de una forma para nada agradable. Las bromas y las pequeñas maldades son un ejemplo de ello; siendo que algunos niños se comportan agresivamente o constantemente hacen bromas algo pesadas para buscar atención de los adultos o de otros niños.
En este caso lo mejor es intervenir, hablar con él y tratar de buscar otras formas en las que pueda interactuar con otros niños sin llegar a las bromas o a la agresión. Es importante prestar mucha atención a este tipo de conducta, ya que a la larga no solo puede ser una causa constante de conflicto, sino que el niño comenzará a normalizarlo y verlo como algo “positivo”, sobre todo si ve que le está funcionando.
5. Golpes
Intervén. No lo dudes, intervén de inmediato si ves que la situación llega a los golpes. La violencia nunca debe de ser la solución a un problema, sin importar cual sea este.
Toma en cuenta que el regaño no siempre es una solución, mucho menos lo es gritarles, ya que es probable que ellos tomen nota y aprendan de vuestra actitud al momento de solucionar el problema, y si perciben que gritar funciona, lo más probable es que ellos hagan lo mismo en el futuro.
Debéis hablar con ellos, mediar con ambos y que entiendan que los golpes no son la solución que ambos buscan. Siempre de forma calmada y sin recurrir a los gritos o a los golpes.