COMO DETERMINAR CUANDO LA CONDUCTA DE NUESTROS HIJOS ES AGRESIVA Y QUE HACER

Cuando los padres consideran que la conducta de sus hijos es agresiva, lo primero que se deberá hacer, es identificar los antecedentes y consecuentes de dicho comportamiento.  Los antecedentes y consecuentes de dicho comportamiento nos dirán cómo el niñ@ tolera la frustración, qué situaciones frustrantes soporta menos.
Los antecedentes nos dirán cómo el niñ@ tolera la frustración.  Las consecuencias nos dirá que gana el niñ@ con la conducta agresiva.  Por ejemplo “una niña o niño quiere bajar por el tobogán, pero otros niños se empiezan a deslizar antes.  La niña se queja a sus papás, los cuales le dicen que les empuje para que no se le adelanten dejándola desplazada.  La niña lleva a cabo la conducta que sus padres le han explicado y las consecuencias es que el resto de niños se aparta y ella puede utilizar el tobogán tantas veces como desee”.
En este caso, solamente se han evaluado los antecedentes y consecuentes, lo cual no es suficiente para lograr una evaluación completa de la conducta agresiva que emite un niñ@, se deberá también evaluar si el niñ@ posee las habilidades cognitivas y conductuales necesarias para responder a las situaciones conflictivas que puedan presentársele.  También es importante saber  cómo interpreta el niñ@ una situación, ya que un mismo tipo de situación puede provocar un comportamiento u otro en función de la intención que el niñ@ le adjudique.
Para evaluar el comportamiento agresivo podemos utilizar técnicas directas como la observación natural o el autorregistro y técnicas indirectas como entrevistas, cuestionarios o autoinformes. Una vez que hemos determinado que el niñ@ se comporta agresivamente es importante identificar las situaciones en que el comportamiento del niñ@ es agresivo.  Para todos los pasos que comporta una correcta evaluación, se dispone de múltiples instrumentos clínicos que deberán utilizarse correctamente por el experto es esta rama y, así determinar la posterior terapéutica a seguir.
Cuando se trata la conducta agresiva en psicoterapia es muy importante que haya una fuerte relación con todos los adultos que forman parte del ambiente del niñ@ porque se deberá de incidir es ese ambiente para cambiar la conducta.  Evidentemente el objetivo final es siempre reducir o eliminar la conducta agresiva en todas las situaciones que se produzca, pero para lograrlo es necesario que el niñ@ aprenda otro tipo de conductas alternativas a la agresión.  Por lo tanto el tratamiento tendrá siempre dos objetivos a alcanzar, por un lado la eliminación de la conducta agresiva y por otro la potenciación junto con el aprendizaje de la conducta asertiva o socialmente hábil.  Para lograr esto, se deberá hacer una evaluación previa del niñ@.
  
En el supuesto caso de que el niñ@, haya sido evaluado y se note que la conducta agresiva se mantiene, se harán reforzadores que tratarán se suprimirla, porque si sus conductas no se refuerzan terminará aprendiendo que sus conductas agresivas ya no tienen éxito y dejara de hacerlas.  Este método se llama extinción y puede combinarse con otros como por ejemplo el reforzamiento positivo de conductas adaptativas.  Otro método es no hacer caso de la conducta agresiva pero deberá de hacérselo con cuidado ya que sólo funcionará si la recompensa que el niñ@ recibía y que mantiene la conducta agresiva era la atención prestada. Además si la conducta agresiva acarrea consecuencias dolorosas para otras personas no actuaremos nunca con la indiferencia.  Tampoco si el niñ@ puede suponer que con la indiferencia lo único que hacemos es aprobar sus actos agresivos.
Existen asimismo procedimientos de castigo como el tiempo fuera o el coste de respuesta. En el primero, el niño es apartado de la situación reforzante y se utiliza bastante en la situación clase. Los resultados han demostrado siempre una disminución en dicho comportamiento. Los tiempos han de ser cortos y siempre dependiendo de la edad del niño. El máximo sería de 15 minutos para niños de 12 años. El coste de respuesta consiste en retirar algún reforzador positivo contingentemente a la emisión de la conducta agresiva. Puede consistir en pérdida de privilegios como no ver la televisión.
El castigo físico no es aconsejable en ninguno de los casos porque sus efectos son generalmente negativos: se imita la agresividad y aumenta la ansiedad del niño.
Por lo general la conducta agresiva de los niños-as es una conducta aprendida y como tal puede modificarse, sin embargo no podemos pretender que los cambios se den de un día a otro sino que se necesitara de mucha paciencia y perseverancia si queremos solucionar el problema, este es un trabajo mancomunado entre el entorno familiar y los terapeutas.
Junto con el tratamiento que usted ha decidido para eliminar la conducta agresiva de su hijo, usted debe planificar un plan mediante el cual pueda  también reforzar las conductas alternativas de cooperación que simbolizan una adaptación al ambiente. Una vez transcurridas unas tres semanas siguiendo el procedimiento, deberá proceder a su evaluación. No olvide que los procedimientos aprendidos, provocarán en ustedes como padres un cambio de actitud ya que practicarán un entrenamiento en asertividad que los llevará a todos a una vida más tranquila y feliz.

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