LAS NOTAS NO SON UN INDICATIVO DE INTELIGENCIA



Un niño que se fija en los detalles. Que es sensible  ante el sufrimiento de los demás. Que busca soluciones creativas a los problemas del día a día. Que se equivoca y saca conclusiones. Que piensa en imágenes o con música. Que espera su turno o disfruta jugando en grupo. Un niño que se plantea retos y objetivos y se atreve a equivocarse. Que sabe disfrutar de las cosas pequeñas. Es aquél que sabe comunicar sus emociones e intuir las de los demás. Que sabe escuchar y se siente responsable de sus actos. El que sabe decir que “no” cuando hay que decirlo…
Este es un niño inteligente aunque en el colegio no saque los resultados esperados. La vida es una escuela mayor y más importante que el colegio. Sus asignaturas son más complicadas y exigen mucho más que la memorización o la comprensión lectora.
La vida exige proyección, pensamiento analítico, deducción e inducción, pensamiento hipotético, comparación, control de las emociones… y un cerebro flexible, capaz de adaptarse a todos los cambios. Una inteligencia global y multidireccional. El niño inteligente es el que se modifica a medida que lo exigen las circunstancias aunque en el colegio suspenda Biología.
La  inteligencia es flexibilidad, no una nota ni una asignatura.

¿Y un padre inteligente? Aquel que sabe ver en sus hijos sus talentos más allá de sus resultados.


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