LA DISCIPLINA PROACTIVA

Disciplina proactiva: La disciplina no solo se refiere al orden, obediencia o a un tipo de autoridad. La disciplina va más allá de estas referencias, se trata de la capacidad para poner en práctica los principios relacionados con el orden y la constancia en todas las actividades de vida diaria.

El objetivo de la disciplina es adquirir buenos hábitos a través de normas con el fin de alcanzar resultados o metas.

La proactividad, por su parte, es la capacidad de saber cómo afrontar una situación y medir las consecuencias de una acción, es decir, se refiere a la actitud asumida para superar las distintas situaciones que se presentan y tener la capacidad de resolverlas o enfrentarlas de la mejor manera posible.

La disciplina proactiva como corriente educativa

La infancia es una etapa importante para sentar las bases de la educación y formación integral. Por lo que encontraremos diversas corrientes en temas de educación, desde la más tradicional o conservadora, hasta la más alternativa.

La disciplina proactiva es un estilo educativo y de crianza, que tiene un gran auge en la actualidad y la cual está basada en la amabilidad y la firmeza, el respeto y la colaboración; esto junto a la búsqueda de soluciones en lugar del castigo.

A través de esta disciplina positiva, los padres pueden contar con herramientas que le permitan decidir y controlar lo que les dicen a los niños, la manera de responderles y qué hacer ante diversas situaciones.

Las preguntas más frecuentes que hacen los padres, están orientadas a conocer cuál debe ser la mejor educación para sus hijos y cómo transmitirles lo más adecuado para que sean buenas personas, responsables, ordenados y que sepan elegir.

Con la disciplina proactiva será posible educar a los niños en proactividad, promoviendo su autocontrol y responsabilidad, ayudándolos a tomar decisiones.

Se considera que la disciplina proactiva no es tarea fácil pero tampoco imposible y refiere que educar en proactividad consiste en aplicar adecuadas herramientas, con creatividad, buen ánimo y astucia, para lograr los resultados deseados en los niños.

Se destaca, que lo importante es guiar los procesos, corregir de forma positiva, dar el ejemplo y estar siempre abiertos al diálogo a la hora de brindar herramientas de apoyo.

Consejos de los expertos para que la disciplina proactiva de buenos resultados:

La disciplina proactiva sigue un buen camino y aporta buenos resultados cuando los padres o adultos responsables de la educación del niño, saben administrar la disciplina con algunas estrategias positivas como las siguientes:

Los padres transmiten valores a los hijos con el ejemplo, y las metas que se proponen para ellos es probable que tengan que ver con las suyas; es por ello, que lo que vean los hijos es lo que podrán escoger.

Escuchar activamente a los niños es primordial.

Dejar a un lado las etiquetas, como, por ejemplo: “El niño tremendo”, “El niño que se porta mal”, “El niño que no hace caso”.

Encaminar a los niños con actitud positiva.

Audacia en la solución de conflictos.

Reconocer las señales de estrés, ansiedad o cansancio del niño.

Reconocer y gestionar las emociones identificadas en el niño.

Evitar el exceso de estímulos, tomando conciencia del uso de las tecnologías y dispositivos.

Enseñar a los niños técnicas de respiración, relajación o conciencia plena.

Como comenta una experta en Comunicación y PNL y Master en Inteligencia Emocional: “Para poner límites a los niños a través de la disciplina proactiva se comienza con el comportamiento del adulto, ajustando adecuadamente los límites, manteniendo comunicación clara de los límites, siendo modelo y reflejo”

Por consiguiente, es muy importante que los adultos incluyan en su enseñanza el comportamiento más adecuado, dándole de esta forma opciones a los niños de elegir y apoyándolos siempre en el comportamiento apropiado con orientación positiva y disciplina. También, es necesario tener una buena comunicación con el niño para que los límites establecidos sean acogidos con empatía y asertividad.

Los adultos no debemos olvidar que siempre seremos una figura de autoridad para los niños, pero más allá de este rol debemos ser modelo a seguir para ellos, ya que aprenden por imitación y si queremos que nuestros hijos aprendan a comportarse, tenemos que saber cómo comportarnos también los adultos.


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