TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN EN LOS NIÑOS

frustración



Para que todo niño logre una salud psíquica y una inteligencia emocional que le permita convivir en sociedad, es indispensable que desarrolle la tolerancia a la frustración.
Es frecuente que los niños pequeños carezcan de dicha tolerancia; esto se debe a que esta es una característica que el ser humano debe aprender en relación a otros y a las circunstancias adversas.
Como adultos debemos ayudarles a que reconozcan la frustración como sentimiento y que puedan superarlo, de lo contrario un niño sin tolerancia a la frustración se limitará en diferentes ámbitos y no superará las diferentes adversidades que se le presentarán: esto desembocará en un niño angustiado, triste, con ira  y frustración. Es decir un niño que poco puede adaptarse a los cambios. 
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Tolerancia a la frustración en los niños

Para comenzar, debemos definir ¿qué es la tolerancia?.
La tolerancia es la actitud que tiene una persona respecto a una respuesta que no es aquella que deseaba. Ser tolerante implica mostrar una capacidad de aceptación respecto a lo que otras personas piensan y expresan. Dicho esto, para adquirir la tolerancia es indispensable tener y desarrollar la inteligencia emocional. De este modo, podremos tolerar aquellas opiniones que no sean del propio agrado. 
Una carencia de tolerancia implica un comportamiento aislado o falta de sociabilidad en el niño. 
 Por otra parte, debemos también responder ¿qué es la frustración?.
La frustración es la imposibilidad que tiene una persona de poder satisfacer alguna necesidad o deseo. Mayormente se encuentra acompañado de un sentimiento de tristeza o decepción puesto que, por determinadas circunstancias (sean ajenas o propias), la persona no ha podido lograr algo que quería, deseaba o necesitaba.
 Es importante recordar que, tanto la tolerancia como la frustración son capacidades que se adquieren, es decir que son necesarias fomentarlas en diferentes contextos a fin de que los niños logren tener una correcta tolerancia a la frustración. 
Durante los primeros años de la vida, el niño piensa y siente de un modo más centralizado, esto es; tiene un sentimiento y pensamiento bastante egocéntrico. Poco después (y gracias a los lazos sociales que el niño va elaborando con adultos y otros niños) se vuelve más descentralizado. Es decir, un niño de 2 o 3 años difícilmente podrá pensar en otra persona que no sea él mismo, pero poco a poco empezará a descentrar este tipo de pensamiento (apropiado para su edad) y comenzará a tener en cuenta a otros niños, a sus padres, primos, compañeros de jardín de infantes, etc. Cerca de los 7 u 8 años el niño ya tiene cierta conciencia del entorno cercano y de lugar que él ocupa en ese entorno. 
Hacemos mención del tipo de pensamiento que prima en esta edad porque es indispensable para pensar en la frustración y en la tolerancia a ésta. Por esta razón, es indispensable enseñar a un niño desde temprana edad a ser tolerante, especialmente a la frustración. 
Enseñarles a los niños a tener tolerancia a la frustración, podríamos decir, forma parte de su aprendizaje emocional y necesario para la convivencia saludable en sociedad.


Por tanto, depende de los padres (en primer lugar) y luego de los docentes (en segundo lugar) que el niño aprenda a tolerar la frustración puesto que, en algún momento de sus vidas (antes o después) el niño se enfrentará con la frustración y deberá superar dicho sentimiento a fin de formar un aparato psíquico saludable y adaptado a los cambios. 

Ejemplos de tolerancia a la frustración

A continuación mencionaremos algunos ejemplos para identificar cuándo un niño tiene tolerancia a la frustración.
  1. Un niño con tolerancia a la frustración sentirá relajación cuando algo no ocurra como él lo había esperado. Es decir, puede sentirse angustiado pero lo que caracteriza a un niño con tolerancia a la frustración es que, si algo no se resuelve como él lo ha planeado, lo volverá a intentar.
  2. Presenta una respuesta calmada ante la frustración. Puede sentirse angustiado por un momento pero luego dejará de llorar, patalear y/o gritar y se enfocará en volver a intentarlo o interpretar la situación desde otro enfoque.
  3. No se enojan ferozmente con la situación. En vez de enfocarse en que “no ha salido como ellos esperaban”, se centran más en revisar paso a paso que y como han sido sus pasos a fin de poder detectar dónde estuvo el error. Esto les permite poder intentarlo pero ciertos cambios en su comportamiento.
  4. Hacen; no se quejan solamente. Si bien es cierto que un porcentaje de queja puede estar presente (dado que es una de las características de la frustración) estos niños se centran más en la acción en aquello que deben hacer. Generalmente toman una actitud más metódica aunque esto dependerá de cada niño y de la edad que ellos tengan.
  5. Son niños que consultan aquello que han hecho mal con sus padres pero esto no lo hacen por aprobación sino por la necesidad de autoevaluar dónde estuvo su error.
tolerancia a la frustración
¿Cómo aumentar la tolerancia a la frustración?
Tal como mencionamos algunas líneas más arriba, es necesario enseñar a los niños a aumentar la tolerancia a la frustración. Por eso, veremos algunas recomendaciones para esto:
  1. Normas y disciplina. La frustración podemos comprenderla como “algo que no ha resultado como nosotros esperábamos” o bien podemos aprender de ello e intentar nuevamente. Para lograr que el niño actúe con tolerancia a la frustración debemos enseñarle normas y pautas de conducta. Por ejemplo; si un niño se ha frustrado por que algo no resultó como él lo esperaba, es preciso revisar el modo en que él ha llegado a ese resultado. Es decir, los pasos que lo han llevado hasta dicho error. Por ejemplo si el niño no ha ganado una carrera en la escuela, podemos ayudarle a encontrar en qué parte del camino estuvo su error. Puede ser que el niño no haya entrenado lo suficiente, que no haya hecho ejercicios previos para calentar sus músculos, puede ser que el niño ganador tenga cierta técnica adquirida para correr, etc. Anotar paso a paso es fundamental para poder encontrar el o los errores.
  2. No fomentes las rabietas. Si bien es cierto que un niño se sentirá triste y angustiado ante una frustración, también es cierto que, de presentarse una rabieta no debemos estimular esta. Tampoco debemos consentirlo. La actitud, entonces, debe ser la de comprensión pero de estimulación a que continúe intentándolo.
  3. Encuentren juntos las razones o motivos de por qué no ha logrado aquello de deseaba o necesitaba. En este aspecto podemos encontrarnos con que hay factores externos al niño (aquellos que no dependen de él) y factores internos (impedimentos o trabas que no le han permitido cumplir con lo que él deseaba).
  4. Ayúdale que respete las órdenes. Especialmente si la frustración tuvo lugar en un marco de aprendizaje (es decir si el niño no ha logrado algo dentro de la escuela) instale a que reconozca en qué momento se le indicaron órdenes y él no has ha respetado (o lo ha hecho de manera parcial)
Aprende las mejores técnicas para ayudar a un niño a manejar la frustración

Técnicas para tolerar la frustración

Las técnicas para tolerar la frustración dependerán de cada niño, de sus características personales y de su modo de respuesta ante la adversidad.
  1. Muéstrales que tú también te has sentido frustrado por algo. Especialmente si los niños tienen menos de 10 años, necesitarán reconocer que el adulto que ellos admiran también ha sentido esa misma sensación de frustración. Busca algún ejemplo personal en el que tú mismo no hayas logrado algo por cuestiones o impedimentos internos. Esto le permite al niño sentir que no es “él solo” el que debe atravesar por esa situación. Por otra parte, al contar una experiencia personal o cercana la frustración del niño se irá disolviendo (lentamente) en la escucha del relato del padre.
  2. Haz un mapa con divertidos colores. Este mapa lo puedes hacer tú mismo o bien tomar un modelo de algún juego (el juego de la oca por ejemplo u otro similar). En este mapa se deberá trazar el inicio (dónde estamos o punto de partida) y en el final del mapa se colocará la llegada o meta a lograr. El paso siguiente es ir realizando de un modo divertido el recorrido que hará el niño. Es necesario colocar todos los pasos que serán necesarios. Por ejemplo: si el niño quiere elaborar un pastel de manzanas como primer paso ha de mantener una higiene adecuada, tener los utensilios de cocina necesarios, los ingredientes y los elementos de la cocina que se necesitarán. No hay que saltearse ningún aspecto (hay que anotar hasta el agua que se ha de utilizar en la receta). Anotar todo en un papel y hacer referencia en el mapa a cada paso le permitirá al niño tener un orden sobre aquello que quiere lograr y cómo hacerlo.
  3. La primera vez puede no salir bien. Es necesario tener este aspecto muy presente. Lo más normal es que la primera, segunda o tercera vez no salga del todo bien. Sin embargo, ante esta situación, debemos actuar con naturalidad y fomentar que el niño vuelva a intentarlo.
  4. Establece un premio por cada meta corta que el niño haya alcanzado. Ante una situación determinada, haz pequeñas metas cortas que el niño debe alcanzar. Si el niño las cumple correctamente entonces ofrece un pequeño premio. No debe ser un premio demasiado elaborado (sino alcanzar la meta pierde sentido); debe ser un premio pequeño.
  5. Celebra cada tarea cumplida. Quizás para los adultos un logro pueda parecer algo simple pero para el niño puede haber sino un gran trabajo llegar hasta ahí (aunque no haya llegado al final de la meta u objetivo); celebra esto en gran manera. De este modo estarás estimulando positivamente al niño para seguir intentándolo.
superar la frustración

Signos que indican que el niño puede manejar la frustración

Necesidades del niño, respuesta a problemas, rabietas
  1. Ante un conflicto o frustración, el niño llora pero pronto vuelve a intentarlo
  2. El niño busca respuestas a sus preguntas y problemas y no solo permanece en la queja vacía
  3. Piensa y/o habla con los adultos sobre lo ocurrido
  4. Es capaz de aguardar. Sea que esté esperando para ser escuchado en la escuela o por uno de sus padres, el niño que puede manejar la frustración sabe que tendrá su tiempo para hablar y ser escuchado por el adulto.
  5. Son niños que escuchan a los adultos y no solo hablan.
  6. Si algo no ha salido como esperaba, no evita la situación.
  7. Al jugar con niños más grandes que él, intentará estar a la altura de ellos y no se colocará en una postura de “niño pequeño que necesita ventaja ganar”
  8. Sus quejas no se convierten en rabietas sino que, después de un breve período, comienza a buscar la solución al problema (aunque muchas veces con errores, pero lo intenta).

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