¿Cómo ayudar a mi hijo a superar sus miedos?



"Pero, ¿por qué te da miedo el perrito? Venga, si no hace nada. Acércate a acariciarlo". Muchas veces tendemos a darle poca importancia a los miedos de nuestros hijos. Sin embargo, para ellos esas amenazas que a nosotros casi nos hacen reír son completamente reales. Además, el miedo no es malo a priori, es una emoción  que les sirve como mecanismo de defensa natural ante esas cosas desconocidas y potencialmente peligrosas que les rodean. Pero, ¿a qué tienen miedo los niños de esta edad?:
  • A que les separen de sus padres: les pasa, por ejemplo, por la noche, cuando se quedan solos en su habitación, o cuando les dejamos en la guardería .
  • A los desconocidos:  se aferran como garrapatas a nuestras piernas si se acerca una persona con la que no tienen mucha confianza, sobre todo si intenta tocarles o cogerles.
  • A los animales: si no han tenido contacto directo con mascotas  es normal que esos seres peludos les pongan los pelos de punta. Los insectos también les suelen dar miedo.
  • A los ruidos fuertes: un teléfono que suena de improviso, una tormenta, la aspiradora... todavía son muy peques y los ruidos fuertes, movimientos rápidos u objetos desconocidos pueden aterrorizarles.

4 pautas para ayudarles a superarlos

  1. Nada de «terapias de choque»: Es mejor ir poquito a poco, convertir la experiencia negativa en positiva y que quieran repetirla. A Ana le daba mucho miedo el mar, tan grande y con ese sonido tan amenazante. Sin embargo, paseando por la orilla en brazos de mamá no daba tanto miedo y cuando le pidieron que fuera a llenar su cubito de agua para el castillo, se mojó los pies y no fue para tanto...
  2. Aceptar sus miedos: En vez de decirles «no tengas miedo», es mucho mejor empezar la frase así: «Ya se que te da miedo, pero...». Como Andrea, que convenció a su hija de que ir al pediatra no era tan terrible diciendo: «A mí también me da un poquito de miedo cuando tengo que ir al dentista, pero ya verás cómo se pasa muy rápido y luego iremos a comer un helado».
  3. Trucos que ayudan: A Mario le aterrorizaba la oscuridad y lloraba desconsoladamente cada vez que le dejaban en su cuarto. Pero un día papá le descubrió el «botón mágico»: ese hueso que sobresale en la muñeca y que hacía desaparecer el miedo solo con tocarlo. También ayuda darles un objeto talismán (un peluche, un muñequito) con el que puedan dormir o salir a la calle, según donde vean el peligro.
  4. Dar ejemplo: De nada sirve que digamos a nuestro hijo que no hay por qué tener miedo de los perros si nos ponemos a gritar histéricos si vemos una araña en la pared. Lo suyo es intentar controlar nuestros miedos o, por lo menos, no mostrarlos de forma exagerada. Aunque, como hemos dicho antes, sí es bueno que les contemos que a nosotros también nos dan miedo algunas cosas, pero sin pasarse: si las figuras de confianza que le rodean (sus padres, su cuidadora, su profe en la guardería) no son personas inseguras, el niño confiará más en sí mismo y crecerá con más seguridad.
¿Tu hijo tiene miedos? Aprovecha momentos cotidianos para hablar sobre ellos. Los peques elaboran sus temores de muchas formas, así que es normal (y saludable) que hable mucho del tema, que exponga a sus muñecos a la situación que le atemoriza o que dibuje con frecuencia aquello que teme.

Cuando el miedo se desborda se crea un problema de ansiedad

El miedo ya no es una emoción que nos protege contra un peligro, sino un estado de alerta constante que solo provoca malestar. Ocurre cuando se convierte en algo que limita la vida diaria, por ejemplo, no querer salir a la calle por miedo a los extraños, cuando se generaliza (del  miedo a los perros se pasa al pánico a todos los animales), o cuando el niño tiene un miedo muy intenso a muchas cosas diferentes. En estos casos habría que buscar la ayuda de un profesional.

Un aprendizaje

Para los padres puede ser útil plantear el tema de los miedos como una más de las cosas que tiene que aprender nuestro hijo. Cuando está aprendiendo a andar  y se cae, no le montamos en el carrito y le llevamos siempre sentado, ¿verdad? Pues tampoco tiene sentido evitar las situaciones que le provocan temor. Además, podemos aprovechar momentos cotidianos para hablar sobre miedos y otras emociones. Por ejemplo, seleccionar cuentos en los que un niño pase miedo y al final acabe superándolo, aprovechar los ratitos de ver la tele para explicarle cuándo un personaje está asustado y qué hace para solucionarlo o llamar su atención en el parque si vemos que otro niño puede estar viviendo una experiencia similar. Los peques elaboran sus temores de muchas formas, así que es completamente normal (y saludable) que hable mucho del tema, que exponga a sus muñecos a la situación que le atemoriza o que dibuje con frecuencia aquello que teme.

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