Técnicas de Disciplina Positiva para no tener que insistir a los hijos




Pedro de 10 años está jugando con un vídeo juego. A las 20:00h, su padre le dice:
– Pedro, a la ducha.
– (Pedro no contesta).
– Pedro ¿me has oído? A la ducha.
– Siiiii, ya voy.
– No, vete ya. Llevas toda la tarde jugando a la maquinita.
– Qué siiiiiiiiiiii.
A los diez minutos:
– PEDRO, no te lo digo más. Vete a ducharte YA.
(Silencio).
– ¿ME QUIERES ESCUCHAR? Deja la maquinita.
(Silencio).
– SE ACABÓ. (El padre le quita la maquinita al niño). Y AHORA NO LA COGES EN TODO EL FIN DE SEMANA!
¿Te suena conocido? Aunque sea la manera más habitual que usamos para que nuestro hijo haga las cosas, creo que es bastante obvio que no funciona, porque debemos hacerlo una y otra vez y encima terminamos las dos partes enfadadas.

Entonces, ¿qué podemos hacer diferente?


Te muestro 8 técnicas de Disciplina Positiva para no insistir. Algunas puedes usarla de forma conjunta.
  • Habla con tu hijo y dile que a partir de ahora no vas a insistirle para que haga las cosas, porque es responsabilidad suya. Asegúrate de que el niño conozca los horarios de las actividades principales: comidas, ducha, ir a la cama…y pon carteles si lo consideras necesario. Si los hacéis juntos, gana efectividad
  • Enséñale a utilizar la alarma del reloj y sugiérele que podría ser él quien controlara los tiempos. Por ejemplo, si a las 8 debe entrar a ducharse, rétale a que lo consiga. Como un juego.
  • Recuerda las normas al principio, pero SOLO UNA VEZ. Tu reto será dejar incluso de recordárselas. Si se olvida, pregúntale para que reflexione y lo diga él.
  • Permite que asuma las consecuencias. Si se ducha más tarde, el horario de la cena se acorta o lo que le guste hacer después porque a las 9:30h debe ir a la cama. Y HAZLO. Esto también debe saberlo de antemano.
  • Prueba a cambiar las órdenes por las preguntas: “Pedro ¿Qué te toca hacer ahora?” Y deja que el niño responda. No le contestes tú. Si sonríe de forma pícara, responde: “Confío verte duchado en 20 minutos para cenar”. Y ya está. Vete. Si tu hijo no deja la maquinita, cuando pase el tiempo de la cena sin avisarle, si se sienta a cenar, recuérdale o mejor pregúntale, qué debe hacer antes de la cena, y que él piense. Lo más probable es que se vaya a duchar corriendo. Aunque se haya duchado rápido, y te imagines que no muy bien, simplemente dale las gracias cuando se siente a la mesa aún con todo el cuello mojado. Evita cualquier comentario del tipo ya estás otra vez todo mojado, te vas a mojar el pijama, vas a coger una pulmonía… y pregúntale con cariño si necesita una toalla para secarse o si quiere tu ayuda para secarse con el secador. Recuerda que el objetivo es que comience a hacer las cosas sin estar repitiéndoselo constantemente. Enseñarle a secarse bien puede ser el siguiente objetivo.
  • Si la escena se repite con frecuencia. Podrías sentarte con tu hijo y comentarle que como todas las tardes se repite la misma escena te gustaría buscar posibles soluciones con él. Coge lápiz y papel y apunta todas las propuestas vengan de donde vengan y por muy locas que sean. Después puede leerlas, descartar las que no vengan bien a una de las partes y dejar las que podrían valer para los dos y permite que sea el niño quien elija cual quiere probar y se comprometa a cumplirla. (Si la decide el niño es más probable que la cumpla). Si en esa semana, el niño no cumple con lo acordado, puedes decirle ¿qué habíamos acordado sobre esto? (con el tono más cariñoso del mundo y que no suene a prebronca) y si sigue sin hacerlo, debéis sentaros y buscar nuevas soluciones.
  • Otra técnica que funciona o facilita que fluyan las situaciones es avisar con antelación. A nadie (incluido nosotros) nos gusta que nos avisen sobre la marcha que lo bueno se acaba, lo que nos gusta hay que dejarlo. Y los niños, por no tener aún la misma madurez mental que nosotros, tienen menor resistencia a la frustración.
  • Y otra, dar opciones: ¿prefieres ducharte ahora o después de la cena? Y permite que elija.
Si todo esto Pedro lo boicotea y se enfrenta con una actitud muy retadora de forma constante y no se ablanda de ninguna de las maneras, olvida el tema de la ducha y averigua qué le pasa. Es muy probable que esté enfadado contigo o se sienta dolido.
Ten presente que a los niños también les gusta la armonía, el buen humor, y la diversión y que no se enfadan porque les guste sino porque no saben gestionarlo. Durante el día, les queda muy poco margen para la espontaneidad; apenas el espacio del recreo y el tiempo que les quede libre entre actividades extra escolares y deberes. Por este motivo debes mostrar flexibilidad y mano izquierda para lidiar con las tareas cotidianas, sobre todo para evitar conflictos y que el día termine de la forma que más odias, con enfados y castigos.
Ten paciencia y recuerda que tus hijos deben aprender y no obedecer.

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