Los valores éticos y morales para vivir en sociedad y ser feliz


El ser humano se caracteriza principalmente por ser emocional. Nuestras emociones, desde un punto de vista esencialmente biológico, son el motor que nos hace andar, desarrollarnos, crecer y funcionar en el día a día. Es imposible alejarse de ellas, pues son parte de nuestra condición de humanos. En ese sentido, solo queda trabajar sobre ellas para conocerlas y aprender a gestionarlas.
La educación emocional debe trabajarse tanto en casa como en el ámbito educativo, ya que favorece el aprendizaje y la convivencia. Si juntos trabajamos la inteligencia emocional, que no es más que el tratamiento y la gestión adecuada de nuestras emociones, evitaremos muchos de los conflictos que se producen en las familias, los centros escolares y la sociedad en general y crearemos adultos plenamente conscientes de sus capacidades.
Los teóricos y expertos en pedagogía afirman que la educación debe potenciar en el niño las habilidades y capacidades para vivir en sociedad y no quedarse en el concepto tradicional de la mera adquisición de los conocimientos formales.
Es fundamental, aplicar toda esta metodología en cada área del conocimiento. Por ejemplo, utilizar la cartilla de lectura para enseñar a leer a un niño es un buen método si se utiliza la cartilla para aprender a leer adecuada. ¿Qué queremos decir con esto? Pues que la concepción de la educación ha cambiado tanto en los últimos años que no podemos caer en el error de utilizar cartillas anticuadas que, por una parte, a veces utilizan un vocabulario desfasado que poco o nada tienen que ver con la realidad del niño de hoy día y, por otra parte y aún mucho más importante, no están preparadas para enseñar los valores apropiados para la sociedad actual, con elementos que no están adaptados sobre el papel de la mujer en la actualidad, por poner un solo modelo de cambio en el paradigma social y cultural.
Pero ¿qué son los valores? Los valores humanos son tan importantes en nuestro día a día y en la influencia que tienen en la consecución de la felicidad, estadio al que todos aspiramos en la vida, que vamos a dedicarle el siguiente apartado.
Los valores éticos y morales para vivir en sociedad y ser feliz
El aprendizaje de un niño debe ser un proceso de adecuación al medio, teniendo en cuenta que se enfrentan a un entorno cada vez es más competitivo, por lo que una correcta educación de las emociones es fundamental. Así mismo, está demostrado que las habilidades y las actitudes son la base donde se consolida una personalidad fuerte, flexible, y con una alta capacidad de resiliencia para adaptarse a los cambios.
¿Qué papel juegan aquí los valores? Los valores se definen como los principios, virtudes o cualidades que caracterizan a una persona, y se consideran positivos o de gran importancia para la sociedad, la convivencia y para alcanzar un estadio de felicidad personal y global.
Los valores son por tanto cualidades destacables de cada persona que le impulsan a actuar según sus propios principios ante determinadas situaciones, ya que forman parte de sus creencias. Por ejemplo, ante el valor de la solidaridad, una persona pondrá en juego su propio bienestar en el intento de socorrer a otra persona.
Esta actuación no solo le supone felicidad al que da auxilio, que actúa según sus valores, sino a la persona que lo recibe, y a sus familiares y amigos, que ven la actuación de socorro como heroica, volviéndose una acción que afecta al conjunto de la sociedad y que hace posible conseguir un mundo mejor, en este caso, más solidario.
Los valores no solo definen los pensamientos abstractos de las personas, sino que condicionan sus acciones y la manera en que desean vivir y relacionarse con aquellos que les rodean.
¿Cómo se alcanza la felicidad?
La felicidad está integrada dentro de la educación emocional, y más allá de ser un sentimiento o un concepto abstracto difícil de definir… es un parámetro que mide nuestra salud emocional, es decir, el correcto equilibrio entre las emociones positivas y negativas, entre aquellos aspectos y situaciones de nuestra vida que están bajo nuestro control y nos reportan bienestar y aquellos que nos son impuestos y tenemos que aprender a aceptar.
Según el Hermano David Steindl-Rast, monje y erudito interreligioso, solo hay una cosa que todos los humanos tenemos en común, y es el deseo de ser feliz. Y la felicidad nace de la gratitud, entendida como la capacidad para valorar aquello que nosotros podemos aportar a los demás y que los demás pueden aportar a nosotros mismos. Esta capacidad para valorar todo lo que somos capaces de ofrecer y todo lo que el mundo nos ofrece y pone a nuestro alcance debería proporcionarnos la gratitud necesaria para ser felices.
La sociedad del capital gira en sentido contrario a este concepto, exaltando al individuo por encima de la comunidad. Es aquí donde la sociedad en su conjunto debe poner en práctica el cambio en el paradigma que nos ha llevado a esta situación insostenible, económicamente y ecológicamente, volver al sentido común de que en el bien de la comunidad esta la base de la felicidad de todos los integrantes, y que el individualismo y la competencia entre iguales solo genera inseguridad, desprecio, intolerancia y en definitiva un campo de cultivo para la infelicidad.
Porque los niños, cuando nacen, no vienen con un libro de intrucciones debajo del brazo, creé este rincón para ayudar a los niños, padres y docentes en el difícil pero maravilloso mundo de la educación.

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