NUESTROS RECUERDOS: ¿QUÉ ES LO QUE RECORDAMOS?



Nuestros recuerdos: Nuestra capacidad mental para registrar y guardar información es asombrosamente compleja y extensa ¿Sabías que nuestro cerebro puede registrar más de 100,000 datos al día? Y si plasmáramos la información que almacena el cerebro en folios, harían una pila que llegaría más allá de la luna, llenaríamos millones de libros.
Por ello, nuestro cerebro tiene su propio sistema para ordenar y clasificar la información, reteniendo en la memoria consciente aquello que considera que es más útil e importante y en otros casos desechando información o mandándola a la memoria a largo plazo, al inconsciente o al olvido.

Recuerdos ¿Por qué olvidamos?

Dada la infinita cantidad de estímulos que entran cada segundo a través de nuestros sentidos, olvidar no se trata de una deficiencia del cerebro, sino el orden y el lugar donde se depositó en la memoria.
No podríamos recordar nítidamente lo que estudiamos para un examen hace 10 años, todos los libros que hemos leído, todas las frases que hemos dicho, todo lo que hicimos en las vacaciones, el nombre de todos los compañeros de una clase, el número de placas de los coches aparcados en la acera..
Dice F. Alberca que olvidamos por la interferencia de nuevos conocimientos y porque centramos el interés en un limitado número de experiencias que son las útiles para resolver cuanto preocupa en un momento determinado.
También es un hecho que, con el paso de los años nuestras habilidades físicas y mentales van menguando y por lo tanto, nuestra capacidad de retención  va disminuyendo.
Las personas mayores suelen recordar con mayor nitidez algunos sucesos del pasado (memoria a largo plazo) que aquellas que les suceden durante el día, por ejemplo si tomaron la pastilla o el nombre de alguien (memoria a corto plazo).
Nuestros recuerdos: Qué es lo que recordamos
¿Y que sería de la vida sin los recuerdos? Está claro que algunos de ellos quisiéramos borrarlos, pero otros en cambio, nos dan vida, nos alegran, nos animan, nos hacen crear vínculos…
Queremos que nuestros hijos tengan buenos recuerdos de su infancia, de su familia, amigos, de las vacaciones…hacemos muchas fotos, los llevamos a lugares nuevos – para el recuerdo– decimos.
Sin duda las fotos, cualquier objeto o lugar  visible evocarán nuestros recuerdos y será más fácil recuperarlos, por lo menos, será más fácil situarlos.
Sin embargo ¿hasta qué punto podemos determinar con que recuerdos se quedarán nuestros hijos cuando crezcan, a pesar de nuestra buenas intenciones de que sólo recuerden lo bueno?
Los estudiosos en la materia de memoria, han encontrado que:
  • Recordamos mejor lo que fue muy difícil
  • Recordamos mejor lo que se quedó sin acabar
  • Recordamos mejor aquello que provocó un impacto emocional, especialmente aquellas situaciones que provocaron variedad de emociones: alegría y tristeza, satisfacción y miedo.
Esto explica por qué nuestros hijos recuerdan más el día que consiguieron por fin algo que habían estado luchando tanto, por ejemplo tirarse de un tobogán, que momentos agradables, pero no significativos, como un paseo por la ciudad.
Este tipo de recuerdos (los que fueron difíciles) dejan huella porque generan una experiencia y aprendizaje significativo, que a su vez, derivarán en nuevas experiencias y nuevos recuerdos.
A los padres nos gustaría que recordaran la primera vez que fueron a visitar el zoo, pero quizás el niño sólo recuerde el miedo que le provocó ver una serpiente en vivo o cómo discutieron sus padres ese día.
Y es posible que los niños recuerden con más claridad las ganas que se quedaron de subirse a una atracción en un parque (lo que se quedó sin terminar) que todas las demás atracciones a las que sí se subieron.
Esto también explica por qué es tan difícil olvidar algunos recuerdos desagradables y/o tristes, a pesar del empeño de los padres de que lo olviden, pues ha tenido un impacto emocional, en este caso negativo, en el niño.
Menos mal, que también recordarán con mucha claridad, aquellos momentos en los que se sintieron muy felices, pues eso marcará huella en su memoria.

No es la realidad, sino cómo lo recordamos

“No vemos la realidad sino una representación mental de ella. Cada uno de nosotros vive en un mundo diferente.” Alejandro Jodorowsky
La decisión sobre qué estímulo hacer caso, cómo interpretar la información y en dónde será almacenada, pasa por un filtro, nuestro personalísimo filtro que interpreta la realidad en base a su representación mental.
Nuestros recuerdos son sesgados, parciales, personales y únicos.
Un niño puede recordar que ganaron un campeonato de fútbol gracias al gol que metió en el último minuto, aunque en realidad, no sucedió así.. el niño lo imaginó y así lo recuerda.
Esta representación mental va cambiando con el tiempo, a medida que el niño madura y va viviendo otras experiencias, por ejemplo: puede recordar a su madre riñéndole y con el paso de los años, comprender el motivo.
En resumen, los científicos pueden determinar qué es lo que las personas suelen recordar, pero el contenido y la interpretación de esas experiencias vitales, sólo lo sabremos con el paso del tiempo…mientras seguiremos sembrando y disfrutando a tope con ellos.

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