Si queremos niños emocionalmente sanos, empecemos por el hogar



“Si queremos niños emocionalmente sanos empezaremos por el hogar y buscaremos escuelas que potencien esos valores, actividades extra escolares que desarrollen sus habilidades y amigos que les hagan crecer como personas”.
Así opina la autora del libro La medicina emocional  para quien “educar en medicina emocional es responsabilidad de padres y también de profesores, y es que los niños se educan con cada una de las personas con las que se relacionan”.
Por este motivo, la autora comenta que la escuela tiene que estar en consonancia con lo que trasmitimos a los niños en el hogar, así como los amigos con los que se relacionan, sobre los que también tenemos que poner especial atención.
Además explica que hay otras acciones importantes a tener en cuenta para una correcta educación emocional:

Enséñales con el ejemplo

Como todo aprendizaje supone atención  y coherencia en el ejemplo pues la influencia del entorno es fundamental en los primeros años de vida. Si queremos niños que sepan manejar su ira, que sepan dialogar y escuchar, que sonrían, nosotros tendremos que ser los primeros en hacerlo.

Enseñarles a pensar en positivo

Aunque es necesario desahogarse, muchas veces solo hablamos de problemas y especialmente en casa, ya que es el lugar dónde más confianza encontramos para hacerlo, y aunque no pueda evitarse, hay que tratar de dosificar y encontrar el espacio para resaltar también las cosas buenas que han pasado a lo largo de día, pues seguro que alguna cosa hay. De esta manera también enseñarás a tus hijos a buscar los buenos momentos que han tenido y a poner atención en ellos.

Permíteles vivir su momento presente

Los niños nacen con la capacidad innata de vivir en su momento presente, y de hecho están en ese momento continuamente. Pero a medida que crecen, los adultos somos los que les entrenamos para que miren al futuro y para que recuerden el pasado, algo que se hace inconscientemente para transmitirles un supuesto sentido de supervivencia y protección ante posibles peligros que les puedan acechar, pero con ello les estamos alejando de los beneficios emocionales que tiene vivir en su momento presente.
 No potenciar en ellos la enfermedad
Si el niño recibe demasiadas atenciones cuando padece alguna enfermedad sin demasiada importancia, como un resfriado o un leve dolor de cabeza, se estará potenciando el concepto de enfermedad en él. Si observa que ante este tipo de dolencias tan comunes y sin gravedad obtiene un gran beneficio y atenciones, le encantará estar enfermo. Ante este hecho, se debe procurar no alarmarse excesivamente y alentar a los niños, con frases del estilo, “esto no tiene importancia, pronto podrás salir a jugar con tus amigos...”, “no te preocupes, eres un niño muy fuerte” u otras similares.

Poner especial atención a las palabras

Las palabras son poderosas y tienen grandes efectos en nuestra vida. Hay palabras que enferman y palabras que curan, y depende de uno escoger unas u otras. En este sentido hay que prestar mucha atención a las palabras que utilizamos, o la manera, optimista o pesimista, que tenemos de expresarnos delante de los niños, pues ellos están creando su vocabulario y acabarán hablando como hablen sus padres, con todo lo que esto puede suponer para su vida.

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