PREVENGA LA VIOLENCIA Y EL BULLYING DESDE LA FAMILIA



Es cada vez más común el uso y abuso de la violencia, como una forma destructiva y egoísta de conseguir el poder ó la atención que la persona no ha aprendido a conseguir de forma positiva.
Sólo basta mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta como la violencia se ha vuelto parte de nuestra vida, cómo a veces la justificamos o la toleramos, está presente de forma constante en los medios de comunicación ,en los juegos, en nuestra forma de hablar ..
Sin embargo, desde la primera infancia, la familia puede proporcionar la oportunidad de prevenir conductas violentas así como prevenir el acoso y abuso ó por el contrario, promocionar la reproducción y el uso frecuente de la violencia para conseguir lo que se quiere.
violencia y acoso escolar

Según Maria José Diaz-Aguado, catedrática de psicología de la Educación de la UCM, dice que las condiciones que contribuyen a dar una educación de calidad desde la educación infantil y los principios que debemos tomar en cuenta para prevenir la violencia y acoso escolar desde el entorno familiar, son los siguientes:
  1. La familia como fuente de apoyo emocional incondicional. Se trata de aceptar y amar a nuestros hijos por lo que son, no por lo que hacen. Se trata de respetarles y apoyarles, sin importar su apariencia física, sin importar las decisiones que tomen en la vida. Existen otros elementos clave como enseñarles a regular y controlar sus emociones y conductas, no obstante, el apoyo incondicional es una buena forma de prevenir problemas como el resentimiento, la culpabilidad ó la inseguridad.
  2. Los vínculos basados en la confianza y seguridad. Esta capacidad comienza a desarrollarse a partir de las relaciones que el niño establece con los adultos más significativos con los que va aprendiendo lo que puede esperarse de los demás y de sí mismo; modelos que desempeñan un decisivo papel en la regulación de su conducta y en su forma de responder a las dificultades y a las frustraciones.
  3. El reparto de tareas equilibrado en casa. Se ha comprobado que las familias donde ambos padres se involucran tanto en la educación de sus hijos como en el reparto de las tareas, los niños adquieren modelos menos sexistas y una identidad de género más igualitaria. Igual de importante es involucrar a los niños en las tareas domésticas, desde pequeños.
  4. Respondamos a las demandas de atención del niño. Entre más pequeños son los niños, requieren más de nuestra atención y de cubrir sus necesidades, pero el responder a dichas demandas con sensibilidad y coherencia, les ayuda a desarrollar un modelo empático, seguro, basado en la confianza en sí mismo y en los demás.
  5. Transmitamos mensajes positivos. Las palabras tienen un gran poder para comunicar amor. Cuando un niño recibe palabras de cariño, de elogio, de afirmación y/o de aliento, le estamos ayudando a que pueda interiorizar estas afirmaciones y que aprenda a autorregular y a controlar, su propia conducta.
  6. Criticamos la conducta específica, no al niño. Es necesario enseñar a los niños a respetar ciertos límites a fin de que logren regular su conducta. Les podemos ayudar a comprender porque no debe emitir ciertas conductas, qué consecuencias tiene y dando opción para reparar el daño causado. Esto haciendo énfasis en la conducta concreta y sin poner en juego el propio cariño de los padres. Ejemplo: “Haz hecho daño a tu hermana ¿Qué puedes hacer para arreglarlo? En lugar de: “Que bruto eres”
  7. Creamos un espacio de tiempo de calidad entre padres e hijos. Tener una rutina diaria donde compartir tiempo exclusivo para los niños y donde ellos puedan expresarse , hablar de lo que les preocupa, relajarse y favorecer un contexto habitual de atención compartida. Puede ser un momento para jugar, leer un cuento, hacer un masaje ó sólo hablar.
  8. Motivándoles. Ayudarles a desarrollar la motivación por ser eficaz, por superarse y habilidades para lograrlo. Las deficiencias en esta tarea incrementan el riesgo de violencia, al aumentar la necesidad de conseguir atención y protagonismo de manera negativa.
  9. Anticipando y ofreciendo alternativas. Existen situaciones que podemos prever que desencadenarán en nuestros hijos conductas agresivas o rabietas. Por ello, podemos estar preparados y ofrecer otras soluciones ó conductas más adaptativas. Por ejemplo, cuando la mamá está dedicada al hermano menor, una buena alternativa sería dar protagonismo al hermano mayor para que se sienta importante y eficaz en dichas situaciones.
  10. Cuidando los mensajes que los niños reciben de forma indirecta. Los amigos, el colegio, pero también los medios de comunicación como la televisión, el internet, los cuentos e incluso los juguetes, influyen en el significado que aprenden a dar al mundo que les rodea. Por ello, los padres debemos estar alerta a estos mensajes y desarrollar en ellos una actitud reflexiva acerca de lo que ven y escuchan.
Con estas sencillas pero importantes claves, podemos cimentar las bases de una buena autoestima en nuestros hijos, enseñarles a relacionarse sanamente con otras personas, así como a vacunarlos contra reacciones y conductas violentas, y todas sus consecuencias negativas.


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