¿Cuándo las rabietas se convierten en un problema de conducta?


Hay varios indicadores que les pueden ayudar. En primer lugar, si las rabietas consiguen cambiar sus decisiones o eludir las responsabilidades del niño con relativa frecuencia. Es decir, los padres habían decidido que “no” pero por la rabieta deciden que “sí”, o el niño tiene que recoger sus juguetes y gracias a la rabieta, se libra de hacerlo. En estos casos ya se están empezando a convertir en un problema de conducta.
Otro indicador es la frecuencia o la duración del episodio: tres veces o más al día es un signo preocupante. Si el episodio dura más de 15 minutos también. Si las rabietas aparecen en el colegio y no solo en el ámbito del hogar, con cierta frecuencia.
También es una señal de alarma el que los padres modifiquen sus hábitos de vida de vida: se deja de salir con amigos, se evita recibir visitas o salir de compras, teniendo como motivo principal el que el niño pueda desencadenar una temida rabieta.
Que la rabieta incluya la destrucción de objetos valiosos, la violencia hacia otros niños o las autolesiones, son otro signo de que las rabietas se han convertido en un problema de conducta a tratar. Como norma general, podemos hablar de la rabieta como un problema de conducta a cualquier edad cuando deteriora de manera significativa las relaciones con cualquier miembro de la familia, su aprendizaje escolar, su relación con otros niños o produce un malestar importante en su estado de ánimo.

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