El síndrome del emperador o de los niños mandones

El Síndrome del emperador es un fenómeno en crecimiento en nuestra sociedad moderna, esta sociedad del bienestar que tiene como uno de sus efectos secundarios el incremento de niños y adolescentes emocionalmente frágiles. Niños y adolescentes que desarrollan trastornos de conducta como éste, incapaces de tolerar la frustración, rebeldes, impulsivos y explosivos.
Son niños que llegan a manipulan y a dominar a sus padres con rabietas, insultos e incluso agresiones físicas, de ahí el aumento de denuncias por parte de muchos padres contra sus propios hijos, una problemática social que hay que abordar no solo desde dentro de la familia. 

Cómo reconocer a un niño con el Síndrome del emperador

Niño grita enfadado
En general, el perfil del niño tirano o con el Síndrome del emperador suele ser el de un niño de entre los 11 y los 18 años, pero la edad de inicio es cada vez más temprana.
1. Se trata de niños mandones, pequeños tiranos que no aceptan un no por respuesta, totalmente intolerantes a la frustración y quieren que se satisfagan sus necesidades de forma inmediata sin poder ni querer esperar.

2. Son niños desafiantes que ponen a prueba todos los límites sin aceptar ninguno que no sean los que él mismo impone a los demás. Él decide qué, cómo y cuándo se hacen las cosas, en una inversión absoluta de los roles familiares en las que los padres obedecen y el niño manda.
3. Son egocéntricos, mentirosos e impulsivos. Niños con una gran dificultad para desarrollar emociones morales como la empatía, la tolerancia, el respeto, la compasión, la culpa …
4. Manifiestan una importante ausencia de apego hacia los demás, lo que les conduce a maltratar física o psicológicamente a sus progenitores sin sentir ninguna culpa ni responsabilidad solo para obtener lo que desean. Se trata de niños materialistas permanentemente insatisfechos con lo que tienen.

Causas del Síndrome del Emperador en los niños

- Padres demasiado permisivos: En muchas ocasiones se tiende a culpar a los padres por no saber poner freno a tiempo a las constantes demandas de sus hijos. Por ser excesivamente permisivos y colmar de recompensas materiales a los niños. Se culpa a los padres por no poner límites ni normas y por ceder a las demandas progresivas de sus hijos por temor a sus reacciones. Se culpa a los padres por no corregir a sus hijos en el momento apropiado.
- Sociedad materialista: Pero la permisividad de los padres no es la única causa de que los niños desarrollen trastornos de conducta como el que estamos describiendo. El síndrome del emperador, además de tener una base biológica que explique estas conductas, aparece en sociedades desarrolladas como la nuestra, sociedades de materialistas, individualistas y hedonistas. Sociedades que forjan valores tan negativos como la necesidad obtener una recompensa inmediata, en las que el esfuerzo no se valora ni somos capaces de aguantar el malestar que puede suponer saber demorar las gratificaciones. 
- Pérdida de autoridad de escuela y familia: Familia y escuela estamos perdiendo la capacidad de educar, nos sentimos desorientados, desbordados y perdidos ante los nuevos retos que nos supone enseñar, guiar y orientar a nuestros hijos. Por eso es necesario que familia, escuela, profesionales de la salud y otros agentes sociales y políticos busquemos el modo de poner freno a esta difícil situación en la que tantas familias se encuentran.
Debemos recuperar la importancia que tenemos los padres como figuras de autoridad y eso se consigue a base de dedicar tiempo y atención a nuestros hijos. Tenemos el deber de escucharles activamente, pero también de enseñarles a aceptar las normas y a debatirlas si es preciso pero siempre desde el respeto hacia sí mismos y hacia los demás.

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