LA MOTRICIDAD FINA

La motricidad fina influye movimientos controlados y deliberados que requieren el desarrollo muscular y la madurez del sistema nervioso central.
Aunque los recién nacidos pueden mover sus manos y brazos, estos movimientos son el reflejo de que su cuerpo no controla conscientemente sus movimientos.
El desarrollo de la motricidad fina es decisivo para la habilidad de experimentación y aprendizaje sobre su entorno, consecuentemente, juega un papel central en el aumento de la inteligencia.
La estimulación de la motricidad fina (músculo de la mano) es fundamental antes del aprendizaje de la lecto- escritura. Si analizamos que la escritura requiere de una coordinación y entrenamiento motriz de las manos, nos damos cuenta que es de suma importancia que la psicopedagoga realice una serie de ejercicios, secuenciales en complejidad, para lograr el dominio y destreza de los músculos fino de dedos y manos.
Un buen desarrollo de esa destreza se reflejará cuando el niño comience a manejar los signos gráficos con movimientos armónicos y uniformes de su mano en la hoja de cuaderno.
Una de las formas en que se puede detectar problemas con la motricidad fina es cuando nos encontramos ante la digrafía, que es la escritura defectuosa sin que un importante trastorno neurológico  o intelectual lo justifique.

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