LA PSICOMOTRICIDAD FINA


La psicomotricidad fina trabaja todas las actividades relacionadas con las manos, la precisión y la coordinación. En la etapa infantil, es importante adquirir habilidad tanto en la coordinación viso-manual como en la motricidad facial, fonética y gestual. Para conseguirlo, es preciso desarrollar un proceso de ensayo y de habilidades de experimentación y manipulación de los objetos. Todas las actividades relacionadas con la pintura, la punción, el trabajo de plastilina, las cuerdas, las construcciones o el enhebrado de piezas van a ser resultar también muy útiles para desarrollar la coordinación que requiere la motricidad fina.
Coordinación viso-manual del bebé
Consiste en poner en sintonía la destreza manual con la capacidad visual. Por un lado, la coordinación manual conducirá al niño al dominio de la mano, mientras su cerebro le guiará por medio del sentido de la vista. Para conseguir esta destreza manual debe lograr dominar la mano, la muñeca, el antebrazo y el brazo. Una tarea complicada al principio, que es importante tener en cuenta, antes de exigir al niño una habilidad precisa en un espacio reducido como una hoja de papel. Esta habilidad requiere un entrenamiento previo, que hay que trabajar en espacios más amplios como el suelo o una pizarra, y con elementos de poca precisión como la pintura de dedos. Debido a que los logros se van consiguiendo de forma paulatina y dentro de un proceso evolutivo, algunas actividades como pintar, punzar, enhebrar, dibujar, colorear, recortar y moldear, pueden ayudar al niño adquirir destreza en la coordinación viso-manual.
Coordinación facial del niño
Aprender a dominar los músculos de la cara es fundamental para que el niño pueda expresar sus emociones y sentimientos. Su aprendizaje y desarrollo se realiza en dos etapas. La primera tiene como objetivo el dominio voluntario de los músculos de la cara y la segunda, su identificación como medio de expresión para comunicar su estado de ánimo a las personas que le rodean. Así, poco a poco, el niño aprende que una amplia sonrisa expresa felicidad y que unos ojos bien abiertos manifiestan sorpresa, por ejemplo. Cuando el niño puede dominar los músculos de la cara para que respondan a su voluntad, se amplían sus posibilidades de comunicación y esto le permite acentuar unos movimientos que influirán en la manera de relacionarse y en la toma de actitudes respecto al mundo que le rodea.
Coordinación gestual del niño de 3 a 5 años
Está dirigida al dominio de las manos o diadococinesias. Dentro de la etapa preescolar, los niños aprenden que una mano ayuda a la otra a trabajar cuando se necesite algo de precisión y que para tener un control sobre la mano, hay que saber usar los dedos juntos y por separado. Cuando los niños cumplen los 3 años es el momento de empezar a intentarlo, siendo consientes de que necesitan solamente una parte de la mano. Alrededor de los 5 años, podrán intentar hacer cosas más complejas, que necesiten un poco más de precisión. No obstante, hay que considerar que el nivel total de dominio se consigue a los 10 años.
La coordinación fonética de los niños por edades
La adquisición del lenguaje es muy importante para la integración social del niño y adquirir una buena coordinación fonética es un aspecto esencial dentro de la motricidad fina, que debe estimularse y seguirse de cerca para garantizar un buen dominio de la misma.
1. En los primeros meses de vida. El bebé descubre las posibilidades de emitir sonidos, pero carece de la madurez necesaria para realizar una emisión sistemática de cualquier sonido. Este sistema dirigirá la atención la atención del niño hacia la zona de fonación y hacia los movimientos que los adultos hacen lentamente delante de él. Así, mediante imitación irá entrando en contacto con su entorno e iniciará el camino hacia la emisión correcta de palabras. Mientras tanto, el bebé irá emitiendo sílabas y palabras, que deben tener una respuesta por parte del adulto, que le estimule a seguir con el juego de decir cosas y aprender nuevas palabras que, mediante la muestra visual, podrá idenficar con personas, animales o cosas.
2. Hacia el año y medio. El niño no sabe muchas palabras, pero está en condiciones de iniciar un lenguaje sencillo juntando varias palabras al principio y organizando frases simples después.
3. Entre los 2-3 años. Aumentan sus posibilidades para sistematizar su lenguaje y perfecciona la emisión de sonidos. Adquiere conciencia para la estructuración de las frases y hacerlas cada vez más complejas.
4. Al final del tercer año. Suelen quedar algunos sonidos por perfeccionar y algunas irregularidades gramaticales y sintácticas deben consolidarse todavía, pero en esta etapa el niño ya puede expresar lo que quiere.
5. Entre los tres y cuatro años. El niño puede hablar con una perfecta emisión de sonidos y habrá conseguido un dominio total del aparato fonador. El resto del proceso de maduración lingüística y de estilo se hará a la larga en el transcurso de la escolarización.

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