ADIÓS A LOS PAÑALES


Este hito del desarrollo, tan relevante como inevitable, es uno de los que provoca mayor preocupación (y ocupación) por parte de los papás y el entorno próximo del niño, pues todos permanecen atentos y coordinados para dar apoyo, confianza y resguardo a este menor, que poco a poco va logrando autonomía.
Siempre existen dudas sobre cuál es el mejor momento para que deje de utilizarlos y comience el proceso de ir al baño por sus propios medios. Algunos creen que lo determinante es alcanzar una cierta edad; otros, que la clave reside en esperar la época adecuada del año, y no faltan quienes se guían por la decisión ajena: si el hijo de algún amigo o conocido ya dejó los pañales entonces es hora de que el propio siga sus pasos.
Aunque en alguna (acotada) medida estos factores pueden influir en la detección del momento perfecto, el más importante siempre será el estado de madurez que presente el menor. Cada niño es diferente y posee un ritmo y velocidad propio para alcanzar los hitos del desarrollo. Por ello, debemos respetar siempre su individualidad.
Como adultos, nos corresponde ser pacientes y comprender que esto se logrará tarde o temprano, sin dejarnos dominar por la presión o ansiedad. Muy por el contrario, es necesario generar un ambiente de acogida, de forma que el niño se sienta confiado y seguro en este proceso de conocimiento de las funciones de su propio cuerpo.
Como familia, debemos centrar nuestro apoyo en ir informando al niño de los cambios corporales que está viviendo; reforzar los aciertos, principalmente de manera afectiva, en los intentos por aprender a ir al baño, y reaccionar comprensivamente cuando el pequeño no logre realizar la rutina de ir al baño, mojándose antes de tiempo.

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