COMO EDUCAR AL HIJO UNICO

Muchos son los tópicos que pesan sobre la idea de tener un hijo único: será un mimado, mandón, consentido, etc. Pero en realidad la experiencia del hijo único tiene sus riesgos y sus ventajas, y su evolución, como la de cualquier otro niño, depende de la educación que le demos nosotros, los padres. Y son los padres los que debemos vigilar el no exagerar algunos comportamientos o algunas reacciones para evitar esas actitudes tópicas que, erróneamente, se han asociado al hijo único. 
El principal riesgo que tienen los padres de un hijo único es caer en el exceso de atención. Pero cuidado. No estamos hablando de ese tipo de atención que proporciona al niño seguridad, estabilidad, confianza en sí mismo, autoestima y capacidad para desarrollarse correctamente. Estamos hablando de ese exceso de atención que va ligada al miedo por parte de los padres a que a su hijo le suceda algo malo, de esa atención que puede transformase rápidamente en una actitud sobreprotectora. Debemos aprender a controlar el exceso de temor ya que podríamos transmitir ese miedo a nuestro hijo y no dejarle disfrutar de algunas actividades que podría vivir muy satisfactoriamente: irse de camping, practicar deportes de aventura, etc. Ante este temor, intenta pensar en cosas positivas y delante de tu hijo evita repetir frases como "ve con cuidado", "vigila no te hagas daño", "no, que es peligroso". No evitaremos que realice aquellas actividades que podría hacer, sólo porque a nosotros nos dé miedo.
La posibilidad de que el niño sea engreído, egocéntrico o consentido depende, en gran parte, de cómo nos dirijamos a él y cómo alabemos sus éxitos. Intentaremos no valorarlo de forma indiscriminada o gratuita, evitando frases como "eres el mejor", "eres el más guapo" "eres el más inteligente", sustituyéndolas por frases más realistas como: "¡Muy bien! Me ha gustado mucho el gol que has metido", "te felicito por la nota que has sacado en el examen de matemáticas" o "tienes unos ojos preciosos".
Al no vivir en la casa con otros niños de su edad, es muy posible que madure antes y desarrolle antes las habilidades adultas. Esto puede ser muy positivo, pero no debemos olvidar que se trata de un niño y que necesita compartir tiempo y espacio con otros niños de su edad. Para facilitarle el contacto con otros niños, podemos llevarle a la guardería cuanto antes, permitir que vaya a casa de sus amigos o que ellos vengan a nuestra casa a jugar, apuntarlo a excursiones, campamentos, deportes de equipo, etc.
Nuestro hijo, al no experimentar los roces y peleas típicas entre los hermanos (peleas por competencia, conflictos por no querer compartir, discusiones por disputarse la atención de los padres...), puede tener más dificultad para madurar emocionalmente. Esta situación se puede agravar si sobreprotegemos a nuestro hijo e intentamos evitar que "sufra", por ejemplo, defendiéndole inmediatamente cuando empieza a pelearse con otro niño. Por eso es muy importante que nuestro hijo entre en contacto con niños de su edad y nos sepamos mantener al margen. De esta manera aprenderá a relacionarse, compartir, competir y experimentar peleas y discusiones propias de la edad.
Si las relaciones que establezcas  con él son las adecuadas y no dejas que tu  hijo se convierta en el foco de todas las atenciones, será un niño caracterizado por:
La creatividad. Los hijos únicos aprenden pronto a entretenerse solos y eso favorece el desarrollo de su imaginación e invención. Son capaces de recrear mundos de ficción en los que entretenerse largo tiempo y de pasar de una a otra actividad según sus intereses y apetencias.
La generosidad y el orden. Ambos aspectos están favorecidos por el hecho de que el niño no tiene que defender  sus cosas constantemente de sus hermanos. Cuando presta sus cosas sabe que se las van a devolver (porque sólo son suyas, no son "de los dos"), de ahí que sepa mostrarse desprendido con otros niños. Cuando el niño deja sus cosas en un lugar sabe que más tarde seguirán allí (nadie se las toca, nadie las desordena, nadie se las quita), por eso pronto aprenderá a responsabilizarse de mantener las cosas en un orden que depende exclusivamente de él.
 La madurez y el desarrollo lingüístico. El trato con adultos agilizará su desarrollo intelectual y emocional, porque tendrá modelos adultos que seguir.
La estabilidad emocional y la autoestima. Disfrutará de todo el amor, la atención y el tiempo que sus padres puedan dedicarle, no teniendo que compartir ninguna de estas cosas con un hermano. Eso evitará que conozca los celos, la envidia, el sentimiento de rechazo y otros muchos sentimientos propiciados por el roce entre hermanos.
Por último, queremos destacar que cuando entre el primer y segundo hermano hay una diferencia de siete años o más, podemos considerar al hijo mayor como hijo único, puesto que en sus primeros años de vida, los más decisivos desde el punto de vista de desarrollo psicológico y emocional, se habrá criado como tal. Por eso es tan importante que nuestro hijo se haya criado en un ambiente familiar equilibrado, como un miembro más y no como el centro de atención, para que le sea fácil y natural el hecho de compartir espacio, afecto, tiempo, objetos, padres, etc.

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