Tu hijo y su amigo imaginario


¿Has notado que tu hijo juega, comparte y habla con alguien a quien tú no puedes ver? Según el Centro de Estudios Infantiles de NYU (New York University) alrededor del 65 por ciento de los niños entre los 3 y los 5 años de edad desarrollan amigos imaginarios, en un periodo en el que están comenzando a desarrollar su propia personalidad y establecer límites entre la realidad y la fantasía. Es la mente de Christopher Robin quien le da vida al oso Winnie the Pooh; Calvin el único que puede hablar con su tigre Hobbes e incluso el ratón Mickey el primer amigo del fallecido millonario Walt Disney.

Aunque los amigos imaginarios suelen ser un fenómeno más común de los hijos únicos, no es exclusivo de los mismos y también pueden presentarse en aquellos pequeños cuyos hermanos son mucho mayores que ellos o antes de que comiencen a ir a la escuela e interactuar con otros niños. Algunos padres ven a los amigos imaginarios como algo alarmante, mientras otros lo ven como algo normal.

Se creía que los niños abandonaban a sus amigos imaginarios alrededor de los 5 años, pero algunos estudios muestran que muchos niños confinan con esta relación fantástica hasta los 7 años de edad. Un estudio en específico encontró que los niños menores suelen relacionar a sus amigos imaginarios con un objeto físico, tal como un muñeco de felpa. Dicho estudio también encontró que los niños que mantienen una amistad imaginaria por un cierto periodo de tiempo, son más capaces de ver las cosas desde el punto de vista de otros.

Los amigos imaginarios son el fruto de la imaginación infantil, les sirven de compañía, escape, canal de comunicación, mecanismo de aceptación y vía de controlar el estrés para muchos niños. Inicialmente, y aunque pueda parecer raro para algunos adultos, lo que se debe hacer frente al hecho de que un niño tenga un amigo imaginario es relajarse.

Uno de los aspectos más benéficos de la existencia de los amigos imaginarios es que les ayuda a los pequeños a canalizar sus ansiedades. Situaciones de estrés como la llegada de un hermanito, un divorcio, una mudanza o una nueva escuela se verán reflejados en la manera como los niños se relacionan con sus amigos imaginarios. Monitorear dicha relación es una buena estrategia para establecer el estado de ánimo real del niño.

El amigo imaginario debe convertirse en objeto de preocupación en el momento en que el niño prefiera quedarse a escondidas con él en vez de preferir pasar tiempo con sus amigos reales, cuando pierda interés por las actividades de diversión familiar por pasar tiempo con su amigo imaginario. Los amigos imaginarios deberán desaparecer eventualmente pero en caso de que no lo hagan o la situación se torne inmanejable es recomendable consultar con un especialista en psicología infantil.

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