Ignorar NO es una buena estrategia
Muchos de nosotros hemos sufrido en nuestra carne las secuelas de la influencia de una educación basada en la ignorancia:
- No le hagas caso. Déjale llorar, así se acostumbrará a calmarse solo.
- Si le haces caso, solo conseguirás reforzar esa rabieta.
- Llora para llamar tu atención. Si lo consuelas, lo hará siempre.
- No le hagas caso o lo convertirás en un tirano.
- Al ignorarle le enseñas que no es importante para ti, no lo suficientemente importante para que te tomes en serio sus necesidades.
- Le demuestras una gran falta de empatía, que le fomentará un pensamiento egocéntrico y episódico.
- Aprende que no es bueno comunicar sus sentimientos ya que las reacciones de los demás no se corresponden con sus necesidades, incluso son negativas. “Es peligroso demostrar mis sentimientos”.
¿Dos opciones o tres?
Comprenderles y hacerles ver que les acompañamos no significa ceder o dejarnos manipular. Puedes ser empático y sensible con sus necesidades y firme en tu manera de aplicar las consecuencias. Un niño con sus necesidades emocionales satisfechas es mucho más “racional” que otro que tiene que luchar por conseguirlas.
Es la educación de la ignorancia , no porque su filosofía fuera ignorar las necesidades de los niños, sino por la ignorancia que demostraban los adultos respecto a las necesidades emocionales, afectivas y cognitivas de sus hijos. Cuando un niño llora porque no ha conseguido algo, cuando grita porque se siente mal, cuando no puede calmarse cuando se separa de sus padres tiene un clarísimo objetivo para hacerlo y no es molestar a sus padres. Ni manipularlos ni desafiarlos. Eso llega después, cuando después de reclamar su ración de seguridad y apego, nadie le responde.Entonces su mecanismo de supervivencia se activa y hace lo que sea para obtener ese apego que tanto necesita para vivir. Lo que tu hijo quiere es sentir que comprendes su malestar y que estás a su lado. A veces, le podrás ayudar. A veces no. Pero eso no es tan importante para él como que entiendas cómo se siente.
Algunos padres creen que solo existen dos posibilidades para corregir comportamientos negativos o malas decisiones de nuestros hijos: castigar la falta o ignorar al niño. Pero existe una tercera:
Comprenderles y hacerles ver que les acompañamos no significa ceder o dejarnos manipular. Puedes ser empático y sensible con sus necesidades y firme en tu manera de aplicar las consecuencias. Un niño con sus necesidades emocionales satisfechas es mucho más “racional” que otro que tiene que luchar por conseguirlas.